La homofobia puede más que el racismo.

Es triste pero cierto. Yo no sé a qué está llegando el mundo, pero todo sucedió así:

Llegamos a los tacos Flash (que en vida real son los tacos Flashlight.. que es en realidad el nombre seudo-mamón que le asignamos a La Linternita, con eso de que hoy en día agringar da caché) un viernes post-peda-de-pobres-chupando-harto-alcohol-gratis-en-la-fiesta-de-la-tía-del-primo-pero-ah-qué-buen-karaoke. Nunca debimos de haber ido. En primer lugar, ya habíamos comido tacos-buenos-bonitos-y-más-que-baratos-porque-fueron-gratis-en-la-peda-de-la-tía-del-primo-misma-en-la-que-hubo-buen-karaoke. En segunda, habíamos ido a la Flash diario durante dos semanas, y aunque no he leído investigación seria acerca de este tema, estoy segura de que 9 de cada 10 doctores no recomiendan comer carne de perro diario. Y el décimo seguro es doctor en filosofía y no tiene puta idea de lo que habla cuando le preguntan acerca del importantísimo tema de la salud con relación a la carne de perro. El punto es, no deberíamos de haber ido.

Después, no debimos habernos quedado. La amable, aunque regordeta, mesera que por lo general nos trata como banda decente (porque sabe que a pesar de que ibamos diario, a las 4 de la mañana, en estado etílico, la chamacona de la banda -también conocida como yo- deja unas propinas millionarias) no estaba y en su lugar nos atendió un señor con abundante vello facial.

Nosotros: Queremos en el V.I.P.
Señor con pelos: Ya no se puede, ya se lo van a llevar.

Y fue así como se nos negó la entrada a esa van blanca con una mesita y un par de bancas adentro. Miguel y yo nos tuvimos que sentar en una mesa justo afuera del V.I.P., como gente común y corriente. Pero pudo más el antojo de unos chiles suizos (que, aunque en vida real no manejo el chile, estos tacos son la excepción) y nos sentamos cual prostitutas baratas, dejando nuestro orgullo a un lado.

Pedimos. No había coca de dieta. Ahora, soy fan del Boing de Mango. No tengo un problema en el mundo con el Boing de Mango. Sin embargo, estaba yo un poco de malas con el señor Lopez Obrador porque -gracias a su bloqueo- habíamos estado haciendo horas para llegar a nuestro lugar-de-ligue favorito, entonces decidí que no me iba a ver como parte del Peje-club pidiendo productos nacionales y que, si no habían productos fabricados por las grandes transnacionales que joden a empresas nacionales, mejor me quedaba sin bebida. Ja. Siéntelo, Pehe. Bueno, eso.. y el Boing de Mango me da agruras.

En fin, después de que pedimos los tacos, llegan unos hombres de los que ves en un Mercedes y automáticamente asumes que son los choferes. En una suburban son los guarros. En una Liberty, los del valet. En un bocho, de cualquier color, los taxistas. Y en una bici, pues que por ahí ha de andar un pobre escuincle de 11 años chillando porque un naco le robó su bici. Llegan. Se meten al V.I.P. -a NUESTRO V.I.P.- como Pedros por su casa. Y el mesero, también conocido como "por-eso-no-progresas-hijo-de-tu-reputa-madre", les llevó la carta sin siquiera mencionarles que el V.I.P. estaba cerrado.

Y fue así como esa bola de orangutanes cenaron en el V.I.P. que huele a taco encerrado y te hace sentir rockstar durante 30 minutos, o lo que dure la cena. Y nosotros, que ibamos vestidos muchísimo más ad-hoc pa'l V.I.P. y que, francamente, estamos bien monos, cenamos al aire libre, flanqueando el V.I.P. cual escoltas.

La plática durante la cena, por supuesto, se tornó terriblemente sociológica. ¿Cómo es posible que, en un México tan dividido por clases sociales, le den el V.I.P. a banda prieta-color-llanta y no a dos chamacones simpáticamente café-au-lait (énfasis en el lait)? Yo diría que la respuesta es obvia: los chamacones son homosexuales.

¡Pánico! ¡Horror! La estructura socioeconómica de nuestro país se desmorona frente a nuestros ojos y nosotros agachamos la cabeza y nos comemos nuestros tacos en silencio. OK, los tacos están muy ricos y la banda está muy peda, si. Joder, pero extraño los viejos tiempos en los que se me discriminaba por el mestizaje y no por la lenchería. OK, en realidad nunca se me ha discriminado por ninguno de los dos. Joder, pero si algún día sucede, espero no sea por la lenchería y ciertamente espero que no sea en la Flash.

Moraleja: O vuélvanse súper tolerantes con la homosexualidad, o éntrenle con ganas a la cultura de la división de clases sociales (y tírenle piedras a los nacos), pero de NINGUNA manera permitan que la homofobia pueda más que el racismo.